CUANDO OSITO SALIÓ DE SU CUEVA
El osito del Zorrilla, como todos los osos, se había metido en su cueva a hibernar, esto es una cosa que hacen los osos en invierno, se meten en su cueva a dormir y esperan a que llegue la primavera para volver a salir.
Pues bien, por
fin llegó la primavera con sus pajarillos, sus flores, sus rayos de sol, algo
de lluvia...
Osito empezó a notar el calorcillo, abrió un ojo, abrió otro ojo, se
desperezó y comprendió que había llegado el momento de salir, se peinó y se
puso colonia, tenía que estar guapo.
Se asomó un poquito y dijo...
-¡Hola! pero nadie respondió.
Pensó, entonces, que igual lo había dicho muy bajito y subió
un poco más la voz...
-¡HOLA!.
Pero nadie respondió.
Empezó a preocuparse
-¿Se habrán enfadado conmigo por ser tan
dormilón?
Entonces lanzó un
enorme bostezo de oso para decirles que, aunque los osos duermen mucho, él ya se
había despertado
Pero nadie respondió.
Volvió a su
cueva, y pensó, -¡tengo que salir un poco más! seguro que andan por ahí
escondidos, saldré y les rugiré con mi enorme rugido de oso a ver si se enteran.
Ni corto ni perezoso salió otra vez de la cueva, se puso muy
tieso abrió la bocaza de oso y ¡GRRRRRRRRRRRR! lanzó el rugido más grande de su vida
Pero nadie respondió
Esto empezaba a ser muy, muy raro, pero que muy raro
-¡No puede ser que todo el mundo esté escondido o no escuche
nada! ¿Me estarán gastando una broma?
Decidió entonces dar un pequeño paseo, se acercó a la
escuela, pasó por las sidrerías, y por las tiendas pero nada, todo estaba
cerrado y la gente había desaparecido.
Empezaba a anochecer, miró para los
edificios y vio como las luces empezaban a encenderse en las ventanas.
-¡Están en casa! se dijo
-¿Entonces qué está pasando, ¿por qué no salen?
Preocupado se volvió para su cueva.
-¿Pasará algo? ¿y si están enfermos? ¡Igual se han quedado
encerrados y no pueden salir!¿Tendrán
comida? ¿Tendrán miedo?
¡Tengo que ayudarles!
¡Tengo una idea! Rebuscó entre sus cosas, sacó la cesta de
la merienda y la llenó de comida, cogió también su maletín de curar las pupas y
salió corriendo a la calle.
-¡No os preocupéis, yo os ayudaré! aquí traigo todo lo
necesario para curaros y para cuidaros, contad conmigo, dijo a voz en grito.
En ese momento en el reloj del Ayuntamiento sonaban las 8,00 de
la tarde y, de repente, todas las ventanas se abrieron y se llenaron de gente y
un gran aplauso sonó a su alrededor.
Osito muy satisfecho supo, entonces, que había tenido una
gran idea y que pronto podrían volver a
reunirse y celebrar una gran fiesta.
(Texto: Begoña Álvarez Moratinos)